Los convocantes de la protesta aseguran que llegan a unos niveles de saturación que perjudican su labor de seguridad
Hasta ayer, la plantilla del personal de seguridad privada del aeropuerto de Ibiza estaba formada por 156 efectivos, de los que 89 forman el bloque de indefinidos y fijos discontinuos que ha emprendido la huelga, mientras que el resto son eventuales. Además de los temas monetarios, en la concentración de ayer todos los trabajadores presentes quisieron incidir en la precariedad laboral y la saturación en el trabajo que sufren por la falta de personal, un problema que este verano se extiende a todas las empresas que dan servicio en el aeropuerto y que no encuentran trabajadores para completar sus plantillas.
«Con las jornadas que hacemos y la avalancha de gente que nos viene, cuando se llevan muchas horas es imposible que una persona pueda prestar la atención necesaria que se necesita en el control de seguridad», relata uno de los trabajadores veteranos. Esta circunstancia se agrava «cuando sólo hay un escáner disponible y no los dos que se necesitan en cada filtro», o cuando «en vez de los cinco vigilantes hay tres para revisar a los pasajeros cuando salta la alarma, hacer los controles aleatorios o los análisis de los líquidos que se pueden pasar para los bebés», según detalla Leticia Morales. Todo ello crea un efecto expansivo que va «ralentizando el servicio, haciendo las colas más largas y creando un embudo difícil de solucionar», añaden otros miembros del grupo.
Más Guardia Civil Pero no todo son quejas en la concentración de protesta con que se topan los pasajeros que acaban sus vacaciones. Aunque con sorna, un manifestante destacó que se ha cumplido uno de sus grandes objetivos: «Al menos hoy hay la seguridad que venimos reclamando, para algo ha servido la huelga», exclamaba mientras observaba a tres guardias civiles y dos policias nacionales que parecen vigilarles. Los agentes de la Benemérita estaban pocos momentos antes con metralletas junto a la entrada del control de seguridad, mientras que «dentro hay otros cuatro; nunca se han visto tantos guardias civiles como hoy», se sorprendía una agente de handling que acababa su turno.
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