El grave incendio que se declaró el pasado 24 de junio en Moguer ha dejado tras de sí historias personales dramáticas y una de ellas es, sin duda, la que vivió un vigilante de seguridad que presta su servicio en la planta de gas de Repsol, ubicada en el Camino de la Peñuela, perteneciente al término municipal moguereño.
Este vigilante de la empresa Casesa llegó a su puesto a las 18.00 horas del sábado 24 de junio, cuando comenzaba su servicio. Poco más de tres horas después, sobre las 21.15 horas, divisó una columna de fuego muy cerca de la planta, a unos 100 metros, por lo que dio aviso a un supervisor, tras lo que, sobre las 22.30 horas, se presenta un operador de la empresa, que activa, junto al vigilante, el plan de emergencia contra incendios. La pesadilla para el vigilante comienza, según fuentes cercanas al caso consultadas por el diariodehuelva.es, cuando el retén de Repsol abandona las instalaciones, alrededor de las 3.20 horas de la madrugada, momento en el que el vigilante se queda de nuevo solo en una planta rodeada por el fuego, que seguía a unos 100 metros de distancia de la instalación industrial, donde hay un tanque de metanol y tuberías con 60 kilos de presión de gas.
Lo más sorprendente del caso es que a las 6.00 horas, cuando el vigilante tendría que abandonar su puesto, el compañero que tenía que relevarle le llama para decirle que agentes de la Guardia Civil no le dejan pasar, motivo más que suficiente para que, según las mismas fuentes, hubiesen procedido a evacuar al vigilante que permanecía en la planta de Repsol. Pero no, el protagonista de esta historia tuvo que permanecer allí. Y allí permaneció otras 14 horas más, solo y sin comida, junto a una planta a la que en ningún momento se acercó ningún servicio de extinción de incendios.
Sobre las 12.00 del mediodía, cuando ya llevaba prestadas un total de 18 horas de servicio, vio además cómo el fuego se avivaba aún más, por lo que dio aviso al jefe de servicio de Repsol. En este caso, la respuesta no fue tan rápida como en la noche anterior, pues hasta las 17.30 horas no se presentó nadie. Ni siquiera a las 18.00 horas pudo presentarse el vigilante que tenía que realizar el siguiente servicio de 12 horas. Sí pudo hacerlo a las 20.30 horas, momento en el que acabó el calvario de este vigilante, tras 26 horas solo, sin nada que comer, sin dormir y sin poder salir de una planta rodeada por el fuego.
FUENTE: www.diariodehuelva.es AQUÍ
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