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2 de enero de 2013

12 campanadas para robar una tonelada de hachís



Los ladrones aprovecharon las precarias medidas de seguridad, que sólo contaba con cámaras de seguridad

Una banda de ladrones robó cerca de 1.000 kilos de hachís de la sede del Servicio de Aduanas en Huelva mientras sonaban las doce campanadas de Nochevieja. Minutos antes de la medianoche del lunes unos 10 ladrones acudieron encapuchados al céntrico edificio de Aduanas junto al Puerto onubense, y aprovecharon la algarabía por el cambio de año para acceder al edificio donde se almacena la droga aprehendida a los narcotraficantes por Vigilancia Aduanera. Los robos de droga en los depósitos judiciales se han sucedido en Andalucía durante los últimos cuatro años, y unos 1.800 kilos de hachís, cocaína y heroína han regresado al mercado negro después de ser incautados. Los miembros de la banda accedieron al inmueble en dos vehículos todoterreno de alta gama, uno de ellos con un remolque para transportar los 31 fardos que se llevaron. La sede de Aduanas es un edificio histórico en pleno centro de Huelva, que carece de personal de vigilancia y solo cuenta con cámaras de seguridad. Ayer no se había practicado ninguna detención en relación con este caso.

Entre ocho y 10 personas participaron en el robo, según la grabación de las cámaras del edificio que anoche analizaba la policía. En esos momentos no se encontraba ningún funcionario en el inmueble, y los investigadores de la Policía Judicial y la Policía Científica se centran en averiguar de qué manera accedieron al edificio los cacos, que actuaron con gran eficacia y presteza. “Fue superrápido. Creemos que los fardos se cargaron en un par de minutos. Porque el protocolo funcionó y las alarmas saltaron”, afirmaron fuentes del caso. Una vecina alertó a la policía, pero cuando los agentes llegaron al lugar ya no había rastro de la banda. “Llevaban pasamontañas y les veíamos entrar y salir del edificio cargando algo en dos todoterrenos de alta gama”, relató. “Le dije a mi marido que bajara las persianas porque nos dio miedo”, añadió. El patio del edificio, ubicado en la plaza 12 de octubre, tiene una verja sin medidas de seguridad aparentes, con un cartel que avisa del control de las cámaras de seguridad. Solo un edificio de viviendas linda con la sede de Aduanas, donde trabajan 40 personas. Fuentes del caso apuntaron ayer que para acceder al almacén donde se guarda la droga es necesario atravesar hasta tres puertas. “No se ha reducido la seguridad en el edificio. Nunca ha contado con vigilantes de seguridad”, alegó un portavoz de Aduanas.

Este tipo de robos tienen difícil resolución y la experiencia lo demuestra: solo una de las cinco sustracciones registradas en los depósitos judiciales andaluces tiene a sus supuestos responsables procesados. La clave para evitar este tipo de robos es una reforma legal que obligue al juez instructor a quemar la droga incautada. Porque el pasado otoño y tras la alarma generada por el robo en el depósito de Cádiz, el Gobierno firmó un protocolo con el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), la Agencia Estatal de Medicamentos y la Fiscalía General del Estado para que el plazo de destrucción de las sustancias no supere los dos meses. Pero la última palabra sigue en poder de los jueces, que por el afán de proteger las garantías de los narcotraficantes detenidos, rechazan la destrucción de la droga, y esta se eterniza durante años en los depósitos judiciales. Los narcos lo saben y aprovechan la carencia de medidas de seguridad.

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