La razón de este vuelco se debe, en palabras de Piedra a que «se produjo un antes y un después» de la decisión adoptada por el entonces comisario Federico Cabello de Alba, quien «nos atendió por fin, comprendió el problema y entre él y nosotros montamos un protocolo de actuación que está demostrando desde entonces su eficacia». Ese formulismo consiste en reuniones periódicas, prácticamente mensuales, en las que empresarios y Policía estudian la situación, «y, en caso de detectar un aumento de las incidencias, reforzar los dispositivos», como ocurrió, por ejemplo, en 2009 y 2011 tras una oleda de robos ocurrida en marzo y diciembre, respectivamente. Por supuesto, se constata también una mayor presencia policial, tanto de la Local como de la Nacional, por las calles de los seis polígonos existentes en la ciudad —Las Quemadas, Amargacena, Torrecilla, Chinales, El Granadal y Quintos-Aeropuerto— y una mayor implicación de las fuerzas del orden y de seguridad.
Así, al menos, lo estimó el presidente de los empresarios de Quintos-Aeropuerto, José Quintana Campaña, quien se sorprendió muy gratamente cuando «no hace mucho me llamó personalmente el comisario para conocer de primera mano la situación en nuestro polígono; se nota que algo ha cambiado en el ambiente y la seguridad es mayor». «Cualquier situación rara o sospechosa que podamos ver, ya sea un vecino, una empresa o un transportista, de inmediato lo comunicamos y se actúa», abundó José Antonio Piedra. Otro punto muy importante que ha permitido reducir a sus mínimos los robos en zonas industriales es la «excelente» colaboración entre la Policía Nacional y las empresas de seguridad privadas. Una cuestión que se ha dejado notar en las grandes áreas industriales como Las Quemadas y Amargacena, que por su extensión y por el mayor número de entradas y salidas se hacía complicado su control.
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