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4 de julio de 2018

CÁDIZ: Amenazas a la seguridad privada del hospital de La Línea de la Concepción por un pollo asado

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“Te doy un bocado en la oreja y te la arranco”

Un usuario del centro sanitario la emprende a insultos porque no le dejaban comer en la sala de espera después de horas aguardando a ser atendido

Las situaciones de violencia en los hospitales no son nuevas. Cada año se suceden las agresiones, tanto físicas como verbales, a personal sanitario, como denuncian con frecuencia diferentes sindicatos. Sin embargo, esas situaciones también las viven los vigilantes de seguridad de los hospitales y centros de salud, que se puede decir que están en primera línea de batalla.


Estos días está corriendo por diferentes redes sociales y grupos de WhatsApp un vídeo, grabado por diferentes pacientes del nuevo hospital de La Línea de la Concepción, en el que se aprecia una discusión entre un usuario y varios miembros de la seguridad privada del centro. Los hechos se produjeron ante la intención de dicho usuario de comerse un pollo asado en la sala de espera, aduciendo que llevaba “desde las 11 de la mañana” esperando a ser atendido y que estaba muerto de hambre, para lo cual introdujo una mesa y una silla de playa en el recinto. Al percatarse uno de estos vigilantes de que las había instalado con la intención de comer, se le conminó a deponer su actitud y, en tal caso, comerse el pollo fuera del recinto hospitalario. Se desconoce cómo se dirigió el vigilante a esta persona —según el usuario de malas maneras—, pero lo que sí se sabe es cómo se lo tomó éste, ya que las grabaciones han corrido como la pólvora.

Entre otras cosas, afirmaba que no había “molestado a nadie” y espetaba al vigilante de que tenía “mucha cara y muy poca vergüenza”. Viendo la crispación del usuario, a la sala de espera acudieron varios vigilantes, a los que gritaba que “yo le he hablado con educación, tengo 40 años y soy abuelo ya para que aquí un tonto me hable así de esa manera por mucha porra que tenga(…). ¿Ves lo canijo que soy? Pues yo tengo más sangre que tú cagando. Que te doy un bocado en la oreja y te la arranco, abusón de mierda”.

El incidente, sin embargo, lejos de alarmar, parece que ha hecho gracia entre los ciudadanos, que han llenado las redes sociales de memes y fotomontajes con personas llevando pollos asados al hospital, o un asador de pollos anunciándose como “asador de pollos el nuevo hospital. Ordene su pollo y disfrútelo mientras le avisan para que lo examine el doctor”. Incluso se ha convocado una barbacoa a través de Facebook el 31 de julio en el que se invita a acudir al hospital con pollos, tortillas, bebidas, hielo, sillas y mesas y que ya tiene confirmada la asistencia de más de 1.200 personas.

Desde la Asociación Nacional de Vigilantes de Seguridad Privada lamentan la “frivolidad” con la que se está tomando un asunto que viene a reflejar unos hechos que llevan denunciando desde hace meses, como es la violencia verbal y física a sus asociados, entre 80.000 y 90.000 en activo en toda España. Juan Gómez Ortega, presidente del colectivo, afirma que manejan datos en los que se certifica que hay algunos hospitales andaluces donde se producen estas situaciones “prácticamente a diario” y pide a los ciudadanos que tomen “conciencia” de que “el vigilante está ahí, a veces, incluso para salvar una vida. No podemos frivolizar con temas así”.

El presidente de los vigilantes lamenta la “indefensión jurídica a todos los niveles” que sufre su colectivo y la falta de medios que tiene a la hora de repeler una posible agresión. “No queremos parecer los GEO, pero sí queremos estar dotados de una mínima protección, porque la gente cada día está más crispada y tiene menos paciencia. Y que nadie se olvide de que los que están para defender a los sanitarios son los vigilantes”. Juan Gómez, que ha llevado los problemas de la seguridad privada al Congreso de los Diputados y al Ministerio del Interior, además de a la Junta a nivel andaluz, afirma que ha conseguido el compromiso de las consejerías de Salud y de Justicia e Interior de que se va a dotar de geles policiales y de chalecos antipinchazo a los vigilantes de los centros sanitarios andaluces, así como de cascos y escudos para los que ejercen sus funciones en las plantas de psiquiatría pues, según dice, “ahora mismo, cuando hay cualquier incidente, alguno tiene que protegerse con colchones porque no tiene otra cosa”.

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