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9 de marzo de 2017

GIJÓN: Atraco a mano armada en una sucursal bancaria

Los policías dispararon dentro de la sucursal bancaria tras encañonarles el atracador

Los efectivos de la UDEV lograron reducirlo cuando el negociador le entregó un paquete que simulaba contener la droga que exigía. La sucursal bancaria intentaba retomar la normalidad con un empleado de seguridad privada dentro.

El atracador de la sucursal bancaria de la avenida de la Constitución encañonó a los dos primeros policías que entraron en la oficina. Los funcionarios dispararon el arma reglamentaria para defenderse al verse sorprendidos por la violencia empleada por el asaltante. Las balas impactaron en la puerta que separa la zona del cajero automático de la de los puestos de los empleados. No llegaron a herir a Pablo P. G., un viejo conocido de la Policía que ya había protagonizado otros dos asaltos a bancos a mano armada en 2012 y por los que cumplió una condena de tres años y cinco meses de prisión. Salió de Villabona en enero de 2016 y desde entonces nada habían vuelto a saber de él las fuerzas de seguridad hasta que el martes les esperó con un arma dentro del banco, cuando ya tenía retenidos a cinco empleados y a cuatro clientes. Todos los rehenes permanecían atemorizados al fondo de la oficina, en un despacho acristalado desde el que no tenían contacto visual con los agentes que participaron en el operativo para su liberación.

Después del sobresalto inicial de los disparos, y aún sin saber que el arma que portaba el asaltante era simulada con detonación, entró en juego el negociador de la Comisaría, con el apoyo de los miembros de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV). El inspector jefe que entabló conversación con el individuo logró que se tranquilizase dentro de la situación de enorme tensión que se vivía en el interior de la sucursal.

Pablo P. G., que ya portaba 6.000 euros de botín que él mismo había cogido del mostrador, exigió heroína y cocaína como premisa indispensable para empezar a hablar con el negociador. Los testigos señalan que podría haber actuado bajo el síndrome de abstinencia de la droga. En un momento de la conversación, de varios minutos, el mediador le preguntó si quería agua, una excusa perfecta para ver cómo se desenvolvía a la hora de entregarle el bulto que simularía más tarde ser la droga que había pedido. Los policías que rodeaban la oficina bancaria de Constitución acudieron a una frutería de la acera de enfrente a por un botellín que le entregaron a continuación. La forma en la que recogió el agua sirvió para determinar el protocolo en el que los funcionarios tratarían de reducirlo.

Le manifestaron que estaban dispuestos a cumplir sus exigencias, pero que a cambio, como prueba de buena voluntad por ambas partes, debería dejar salir a los secuestrados. Accedió a liberar a cinco. Para entonces ya había transcurrido una angustiosa media hora que tenía en vilo a todo el barrio y a toda la Comisaría. En el perímetro de seguridad se encontraba el comisario, Dámaso Colunga; el comisario segundo, Juan Manuel López Solís; y el jefe accidental de la Brigada de la Policía Judicial, Arturo Pérez, además de un amplio número de efectivos uniformados y de paisano.

Dentro del banco, el operativo continuaba con el negociador intentando convencer al asaltante de que depusiera su actitud. Según narraron los secuestrados, «el hombre se mostraba unos momentos tranquilo y otros empezaba a gritar y a pegar puñetazos a la pared, hubo mucho nerviosismo».

Reducido y con esposas Pasados cuarenta minutos, sobre las 14.30 horas, el negociador le dijo a Pablo P. G. que ya tenían lista la heroína y cocaína para entregársela. Prepararon un pequeño paquete que supuestamente contenía la droga y lo depositaron en el mismo sitio en el que habían dejado minutos antes el botellín de agua. Fue cuando se agachó el momento que los policías aprovecharon para reducirlo y ponerle las esposas. Se había puesto fin a una complicada intervención que se saldó con éxito. Ninguna persona resultó herida, aunque varios de los rehenes tuvieron que ser asistidos por los sanitarios debido a los cuadros de ansiedad que presentaban debido a la enorme tensión vivida.

Ayer, esos secuestrados prestaron declaración en calidad de testigos en la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía. Está previsto que a lo largo de la mañana de hoy el detenido pase a disposición del juzgado de Instrucción número 2, que se encuentra en funciones de guardia. La sucursal bancaria intentaba retomar la normalidad con un empleado de seguridad privada dentro.

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