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10 de marzo de 2017

El gran circo de la negociación del convenio colectivo estatal de empresas de seguridad privada



Cada vez que toca actualizar el convenio colectivo en el sector de la seguridad privada se forma el mismo espectáculo. Un verdadero circo mediático donde queda claro desde el principio quién controla la representación. Es verdad, los verdaderos grandes gurús de la seguridad privada marcan el ritmo de estas negociaciones al más mínimo detalle, sin que nada ni nadie se escape de su férreo control: si es un acuerdo rápido pero sin avances retributivos, si se estanca la negociación, si conviene montar un numerito para hacer como si en verdad se negociara algo, si hay que hacer alguna concesión de la cara a la galería, si hay que dejar un año en blanco con los salarios congelados...

Lo cierto es que, a la hora de la verdad, ni en los mejores tiempos, en los años del boom de la seguridad privada, cuando las empresas se las veían y deseaban para cubrir la demanda porque no había mano de obra disponible, ni siquiera entonces, la patronal apostó por darle un empujón de verdad a las condiciones sociales y laborales de sus asalariados. Por ahí se entiende que, si en esos años de bonanza y grandes beneficios no fueron generosos con quienes dan la cara a diario y le ponen rostro a las empresas, menos aún a partir de los años de crisis económica, donde había que arañar de donde fuera para mantener resultados.

Ya en el último acuerdo, los negociadores que representaban  a la parte social, se pillaron los dedos justificando la pírrica subida de apenas unos eurillos al mes con el pretexto de un supuesto cambio de tendencia que se vería reflejado en futuros convenios. Intentaron conformar al personal con la promesa de que, a la vuelta de la esquina, llegaría por fin la hora de los brotes verdes y la ansiada actualización salarial de verdad para los más de 80.000 trabajadores y trabajadoras que dependían de estas negociaciones.

Pero la vuelta de la esquina llega y ahora nos encontramos otra vez en una encrucijada igual e incluso peor que la última vez. Los empresarios se han enrocado en su posición y no están por la labor de negociar nada, enfrascado en un pulso entre dos realidades bien diferenciadas. Un verdadero entramado de dimes y diretes poco creíbles. Que si la representatividad, que si tenemos que seguir haciendo las cosas como hasta ahora, que si estos señores no tienen legitimidad para sentarse a negociar o que si la cosa está recurrida y se tiene que dirimir en los tribunales. Y ahora un paso más, que si los sindicatos recurren a la mediación del SIMA por el bloqueo de la constitución de la mesa.

Al personal de a pie de calle, ese que sigue poniéndose el uniforme a diario y que gana lo mismo del año pasado, tiene esa amarga sensación de que esto es una bola que no lleva a ningún sitio, porque ya estamos a mitad de Marzo y la cosa tira para largo.El gran circo de la seguridad privada en pleno apogeo, el que se monta cada vez que caduca un convenio y toma renovarlo. Ocupen su localidad porque esto no ha hecho más que empezar.

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