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10 de febrero de 2016

Un vigilante de Seguridad colaboró en la resolución de un intento de secuestro de un niño en el Carnaval de Málaga

Sólo fueron un par de segundos. El tiempo justo para girarse y saludar a su cuñada, que grababa con su teléfono móvil. Cuando se volvió, su hijo, de tres años, ya no estaba. «Me puse a mirar entre los niños que había delante, pero no lo encontré. Cuando me incorporé, vi que un hombre se lo estaba llevando», cuenta la madre, que pide conservar el anonimato para proteger al menor. Su relato es estremecedor. El desfile, en el que ella participaba como miembro de una comparsa, llegaba a una plaza de la Constitución que el sábado, uno de los días grandes del Carnaval de Málaga, estaba atestada de gente. La mujer trató de abrirse paso entre la muchedumbre gritando «mi niño, mi niño», pero sus palabras se perdían por el fuerte sonido de la megafonía. Cuando llegó a situarse a unos 10 metros del desconocido que llevaba en brazos al pequeño, le chilló: «¡Suelta a mi hijo!».

La mujer asegura que el sujeto –un hombre de 47 años, vecino de Málaga, que duerme en prisión acusado del intento de secuestro– la estaba oyendo, «pero seguía andando», añade. La gente empezó a apartarse, «creyendo seguramente que era un tema de pareja», y ella consiguió dar un rodeo y alcanzarlo. Ahí vio, por primera vez, su rostro. «Tengo grabada la cara de cínico del hombre y la de mi hijo, que estaba pálido», recuerda. Se mantuvo fría, a una distancia prudencial, porque temía que el tipo disfrazado con una camiseta con las siglas del FBI y unas esposas de juguete pudiera ir armado y hacerle algo al niño. «¡Suéltalo, suéltalo!», insistió. «Cuando vi que se iba –calcula que el hombre estaba a menos de 10 metros de la salida del recinto– se lo quité de las manos», apunta la madre.

Juan Diego, que es miembro de La comparsa del pueblo, acudió a auxiliarla y retuvo al supuesto secuestrador. Lo ayudó un vigilante de seguridad contratado por la organización del evento, que avisó a una patrulla de la Policía Local, a la que también recurrió el sospechoso alegando que había sido agredido. No fue hasta el día siguiente cuando su cuñada, al revisar el vídeo que filmó, se dio cuenta de que en su teléfono móvil tenía una prueba fundamental del caso. Como ayer adelantó SUR, en la grabación se observaba el momento exacto en que el individuo, supuestamente aprovechando que la madre se giró, levantó al menor por las axilas y se lo echó al hombro, lo que desvirtuaría su versión de los hechos. Al parecer, declaró que cogió al pequeño porque lo encontró perdido entre la gente. «Yo estoy convencida de que su intención era llevarse a un niño», afirma ella.

Para la familia, para la policía y para la justicia, fue un supuesto intento de secuestro. Para el pequeño, sin embargo, sólo fue un juego. «Le hemos dicho que el hombre que lo cogió estaba buscando a su hijo y se confundió porque llevaba su mismo disfraz», explica el padre. Ambos, con ayuda de su entorno, han procurado en todo momento proteger al menor y que no se diese cuenta de lo que había sucedido, e improvisaron la historia casi sobre la marcha. «Hemos intentado darle la vuelta a la tortilla para evitar despertarle una preocupación. Le dijimos que mamá había ido a buscarlo a él para que la ayudara a encontrar al hijo de esa persona». El niño se lo creyó. La única pregunta que hizo fue: «¿Llevaba el mismo disfraz que yo?».

Ambos, con ayuda del resto de la familia, se las ingeniaron para disimular todo lo que sucedió después, como por ejemplo tener que quedarse más horas de la cuenta en casa de algún familiar, y que el crío lo viviera como «una sorpresa». El pequeño ha recuperado su rutina con «absoluta normalidad», sin que le haya afectado lo más mínimo. Para ellos, la procesión va por dentro. «Va a ser muy difícil digerir esto», confiesan. En su afán por proteger al menor, los padres piden que se respete su anonimato y su intimidad, y que los medios de comunicación, y la gente en general, «pierdan el interés» en averiguar quién es el niño o su familia «por el bien del crío y de su entorno». También quieren dar las gracias a Juan Diego, al vigilante de seguridad, a la Policía Local y a la Nacional, a la autoridad judicial y, muy especialmente, a su abogado «por el trato humano, personal y profesional» que ha tenido con ellos.

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