Las cocheras de Araso de Irun, con sus 46.000 metros cuadrados de superficie, y la estación de Lasarte-Oria son los puntos más conflictivos La operadora vasca ha interpuesto en los últimos tres años y medio 52 denuncias por pintadas a sus trenes
El pasado jueves a las 20.30 horas un grupo organizado de grafiteros aprovechó el escaso minuto de parada comercial de un convoy de Euskotren en la estación de Oiartzun para pintar dos de sus unidades. Los pasajeros que viajaban dentro no sufrieron daños de ningún tipo. Un asalto más a sumar a los 78 que se contabilizaron en los tres primeros meses del año. «Por ahora, la media de 2018 está siendo inferior a la de los últimos años», reconocen desde la dirección de Euskotren.
El año pasado los grafiteros pintaron 380 trenes de la operadora vasca, un número similar a los de 2016 y 2015, «ataques que no afectan en su inmensa mayoría ni a nuestro personal ni tampoco a los viajeros». En definitiva, algo más de un asalto al día. Para hacer frente a estos actos, -y «evitar que los trenes circulen 'manchados'»-, Euskotren debe invertir 200.000 euros al año en limpiar estas unidades atacadas. «Esto es una lucha», alerta una voz autorizada de la empresa. «Ellos mejoran sus conocimientos, y nosotros también vamos aprendiendo. Si el número de incidentes no crece es porque les ponemos todos los medios que tenemos a nuestro alcance para que así sea. Las redes sociales son para este tema perjudiciales para mantener a salvo nuestros convoyes. Cualquier modificación que realicemos llega a ellos».
Ante estos «actos vandálicos», el protocolo interno de la empresa indica que el maquinista debe llamar al puesto central de Euskotren que a su vez alerta a la Ertzaintza. «Lo que pasa es que es muy complicado que los detengan. Son acciones muy rápidas y muchas veces cuando llegan los agentes, los autores han huido», explican los responsables de la compañía.
Demandas sobreseídas No obstante, en ocasiones sí se producen detenciones. «A partir de ese momento se hace el parte correspondiente para presentar una denuncia, siempre y cuando consideremos que puede existir la posibilidad de poder efectuar la reclamación de los daños ocasionados», añaden. Desde el año 2015 Euskotren ha interpuesto 52 denuncias por pintadas (20 ese mismo año, 15 en 2016, 8 en 2017 y 9 en lo que va de 2018). La gran mayoría de estas demandas judiciales, no obstante, son sobreseídas en la gran mayoría de los casos. Solamente en el año 2015 se estimó un procedimiento judicial por un importe de 833 euros. «Este tipo de condenas se ciñen al pago de la limpieza de las unidades», reconocen desde la dirección de Euskotren.
«Esto es una lucha. Sus conocimientos mejoran y se valen de las redes sociales» Los 200 kilómetros de distancia de línea de ferrocarril que unen Gipuzkoa y Bizkaia -«en Álava no hay ataques»- son un problema a la hora de poner freno al ansia de los grafiteros por ilustrar sus creaciones y firmas.«Conocen nuestros puntos de cruce. Hay muchas zonas de ese recorrido en las que no tenemos vía doble. Y en los puntos donde los convoyes están 3 o 4 minutos esperando actúan a menudo», señalan. También son conflictivas las paradas de Oiartzun, Herrera y, sobre todo, Lasarte-Oria, «al ser una estación término disponen de más opciones». Por supuesto, entre los puntos negros de esos ataque están las cocheras de Araso de Irun con 49.000 metros cuadrados de superficie, 16.000 de ellos construidos.
Euskotren ha tenido que modificar el protocolo de retirada de los trenes por la noche a las cocheras cubiertas situadas en el municipio irundarra para extremar el control. El detonante fue «el único ataque que produjo la detención de un tren», lo que ocurrió en la sede central de Euskotren en Gipuzkoa. Ahora son dos los maquinistas que hacen la maniobra. El principal objetivo de esta medida es completar este paso «con la mayor rapidez posible y no tener el tren parado para que tengan más opciones de pintar las unidades. No es como señalaron desde CC OO una decisión tomada para que realicen tareas de vigilantes de seguridad. Aunque también es cierto que si una persona intenta entrar a un tren para pararlo y en vez de ver una persona ve dos puede que se lo piense», aseguran los responsables de Euskotren.
A pesar de que los grafiteros han llegado a entrar a pintar hasta la mismísima cochera cubierta de Araso, dos columnas marcadas dan fe de ello como pudo comprobar ayer DV en una visita a las instalaciones, hasta la fecha no se han producido ataques físicos a trabajadores de Euskotren ni tampoco a los vigilantes de seguridad que la empresa tiene contratados y que patrullan las 24 horas del día por el recinto. «Si por la causa que sea un maquinista se encuentra con el grafitero en el interior de un tren «saben, porque así se lo hemos transmitido, que deben evitar los enfrentamientos y avisar en cuanto puedan al puesto de central. No deben ponerse en peligro bajo ningún concepto».
Es ese horario nocturno, de 22.00 a 07.00 horas, el más complejo de controlar a pesar de la vigilancia privada existente, a la que se suma el control que realiza un responsable técnico de operaciones de la empresa con acceso a todas las cámaras de seguridad situadas en diferentes zonas de las cocheras y la propia presencia de los maquinistas que trabajan para colocar todos los convoyes para el inicio de la jornada.
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