La policía detiene a nueve hombres que fueron confundidos con terroristas tras realizar proclamas con un megáfono en un vagón
Una estampida en el vagón de un metro de Valencia sembró el pánico entre los viajeros que se agolpaban, empujaban y huían tras escuchar las proclamas que realizó un grupo religioso, a viva voz con un megáfono, sobre los pecados, la droga y la muerte, entre otros mensajes. Los hechos ocurrieron sobre las once y media de la noche del sábado en un convoy de la línea 3, cuando el metro circulaba entre las estaciones de Xàtiva y Alameda.
Los gritos de las primeras personas que huyeron pusieron en alerta al resto de viajeros, la mayoría de ellos jóvenes, y provocaron una avalancha que duró unos 15 segundos con momentos de gran tensión y nerviosismo. Algunos confundieron a los individuos con un grupo terrorista y llamaron con sus móviles a la policía y al 112 para alertar de un posible atentado. La estampida de gente asustada fue grabada por una cámara del circuito cerrado de televisión de Metrovalencia, un sistema de videovigilancia que permite el visionado de las imágenes en tiempo real. Esto posibilitó la rápida actuación de los vigilantes de la empresa ferroviaria y de varias patrullas de la Policía Nacional, que acudieron con urgencia a la estación de la Alameda.
Poco antes de que se produjera la avalancha, el hombre que llevaba el megáfono gritó: «¡Este metro está lleno de pecado, lleno de drogas!». Varios jóvenes no le dieron importancia a lo que escuchaban, pero muchos viajeros se asustaron y decidieron alejarse ante el temor de que los alborotadores pudieran llevar armas escondidas entre sus ropas. Segundos después, comenzaron los empujones y aplastamientos que causaron lesiones leves a dos personas. Tras unos primeros momentos de pánico y preocupación, los policías bajaron por las escaleras del metro sin saber a lo que se podrían enfrentar. Algunas personas habían llamado al 091 para alertar de que un grupo de hombres extranjeros, varios de ellos armados con cuchillos y vestidos con túnicas, proferían amenazas de muerte y gritaban frases con consignas en árabe. «Dos chicas salieron corriendo porque creían que llevaban una bomba en un carro de la compra», afirmó un testigo.
Pero cuando los agentes llegaron al metro, ningún miembro del grupo iba armado. Tampoco llevaban hábitos ni túnicas. Los policías identificaron a los nueve hombres que estaban realizando proselitismo religioso y los detuvieron como presuntos autores de un delito de desórdenes públicos. Todos ellos fueron cacheados y trasladados a la Inspección Central de Guardia (ICG) en el complejo de Zapadores, donde les informaron de sus derechos y encerraron en un calabozo. También les confiscaron un gran número de panfletos que llevaban en el carro de la compra, así como varias hojas con frases escritas a mano. «¿Adónde irías si murieras hoy mismo? ¿Al cielo? ¿Al infierno?», reza uno de los papeles incautados por la policía. «Estuvimos unos veinte minutos esperando para que los vigilantes de seguridad los tirasen del vagón, y lo consiguieron a base de silbidos y gritos de la gente», explicó una joven que viajaba en el metro. «Ellos no se querían ir, claro está, porque para ellos era normal lo que hicieron. Acojonar a un metro entero era normal», añadió con ironía la testigo.
La chica escuchó otra frase que pronunció, presuntamente, uno de los cabecillas. «Moriréis, pecadores, por no creer en Dios», espetó con el megáfono. «Cuando nos hemos encontrado con ellos en la parada de Xàtiva ya estaban gritando y los hemos bordeado para no aguantar el tostón», manifestó la joven. Los nueve hombres arrestados, todos ellos de nacionalidad alemana, subieron al metro para desplazarse a la localidad de Massamagrell, donde tenían previsto pasar la noche del sábado, aunque dieron con sus huesos en un calabozo por lo desórdenes que causaron. Solo uno de ellos hablaba español y los restantes dijeron que no entendían el castellano, por lo que la policía tuvo que llamar a un intérprete para explicarles el motivo de las detenciones y el delito que presuntamente cometieron. Varios de estos individuos son de origen paquistaní y ninguno tiene antecedentes delictivos en España.
Uno de los panfletos que repartieron en el metro afirma textualmente que no hay «ninguna iglesia ni religión que pueda conceder la salvación», y sobre el infierno señala que es «un lugar definitivo del que nadie podrá sacarte con la oración». Otra hoja que llevaba uno de los detenidos tiene la siguiente frase escrita a mano: «El Señor está preparando un día, ardiente como un horno, en el que todos los orgullosos y malvados arderán como paja en una hoguera».
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