Patrullas en el Born. Uno de los agentes cívicos de los hosteleros indica a un latero que la venta ambulante no está permitida
Cuatro vigilantes privados recorren el paseo del Born durante las noches de los fines de semana a fin de espantar a los lateros y a los carteristas. Estos profesionales se acercan a los vendedores ambulantes y les recuerdan que lo que hacen no está permitido, también incomodan a los ladrones al despiste hasta que se marchan a otro lugar, piden a los borrachos que bajen la voz y no armen jaleo... Se trata de una iniciativa orquestada por catorce pubs de la zona. Los hosteleros denuncian que la presencia de la Guardia Urbana en el lugar es del todo insuficiente, que el continuo mercadeo de latas de cerveza atrae a una gente cada vez más incívica, que muchos vecinos echan las culpas a sus establecimientos de todas las molestias...
El papel del Ayuntamiento “Si el Ayuntamiento no hace su trabajo nosotros nos vemos obligados a hacer algo –lamenta Yerovi Plumey, del Mix–. Por ello ponemos estos agentes cívicos. Los lateros están atrayendo a una gente que no entra en los pubs, que se pasan la noche bebiendo latas en los bancos del paseo, cantando, bailando y montándose la fiesta en plena calle hasta la madrugada. Todo se está echando a perder. Muchos clientes de toda la vida ya no tienen ganas de venir al paseo del Born. Ya no les gusta el ambiente. Y los vecinos se quejan cada vez más. Si no hacemos nada al final seremos los pubs quienes paguemos los platos rotos”.
“La dejadez municipal en el Born no cesa de multiplicarse desde hace un par de años –tercia Ariel Piera, del Cactus–, y esta dejadez se manifiesta en una creciente permisividad. Los lateros hacen lo que les da la gana. Y el público del Born está cambiando. Ahora vienen sobre todo jóvenes con escaso poder adquisitivo con muchas ganas de hacer lo que no hacen en sus países. Estamos perdiendo clientes de calidad. Es lo que pasa cuando atraes un turismo low cost. A la gente que le apetece tomarse un combinado en una terraza no le gusta que al lado estén montando follones. La Guardia Urbana apenas se deja ver. Lo hace muy de tanto en tanto”.
Cada bar paga 20 euros por noche El encargado del dispositivo de vigilantes, de los agentes cívicos, tal y como prefieren llamarlos los empresarios, es Joan Torrent, jefe de seguridad de la sala Màgic y director de seguridad de la empresa Blau Control. “Nosotros cumplimos una función meramente informativa. Dos parejas de agentes cívicos recorren el paseo desde las once y media de la noche hasta las cuatro y media de la madrugada. No confiscamos latas ni nada parecido. Y a los carteristas, que ya los conocemos del barrio, simplemente los seguimos a una distancia prudencial. Si les estás mirando todo el rato no pueden ponerse a robar”. Torrent agrega que el Ayuntamiento está al tanto de sus actividades, que mientras sólo se dediquen a pedir a amablemente a los borrachos que no griten no pueden hacerles ninguna objeción. “Este fin de semana también le dijimos a los conductores de los bicitaxis que no podía buscar clientes en el paseo, siguiendo las directrices de la Guardia Urbana. Además conseguimos que los lateros se desplazaran a los callejones”.
“La idea se nos ocurrió hace varios meses –añade Cristián Rubio, del Mamainé–. Estamos preocupados desde hace mucho. Pero sacarla adelante nos llevó más tiempo de lo esperado. La clave está en las latas de cerveza. Si cortas el suministro de cerveza acabas con la mayor parte de los ruidos. La verdad es que no entendemos la actitud del Ayuntamiento hacia la hostelería. Las inspecciones a los establecimientos sí que son muy habituales. A veces tenemos la impresión de que prefieren que la zona se degrade, que las cosas vayan a peor”.
Un mes sin noticias de la alcaldesa Hace un mes la alcaldesa Ada Colau y la edil de Ciutat Vella, Gala Pin, se reunieron con comerciantes del Born. “Volvimos a decirles que las calles están sucias y llenas de desconchones, que tememos que la dejadez se agrave en verano”, dice Marga Domingo, de la asociación de comerciantes. Las quejas sobre la degradación de este lado de la urbe no son nuevas. “También les pedimos que quitaran los urinarios de plástico puestos junto a las terrazas de la plaza Comercial. Apestan”. Entonces Colau y Pin les dijeron que todo cambiaría. “Pero no hemos vuelto a tener noticias suyas. Ahí siguen los urinarios. Tampoco sabemos nada de nuestro proyecto de Apeu”. Un Apeu es un modo de colaboración pública privada: los comerciantes pagan más impuestos para mejorar los servicios públicos. “Llevamos dos años buscando la complicidad del Ayuntamiento”.
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