El 90% de los vigilantes de seguridad de la provincia está en el paro. Son datos del propio sector, que alerta sobre la nefasta influencia del intrusismo laboral, al que se suman el impago de las administraciones públicas y los embates de la crisis económica.
“El sentir del sector, de los vigilantes y de las propias empresas es que el tema del intrusismo está muy extendido”, comienza Ramón Rodríguez, presidente de la Asociación Jiennense de Medios Profesionales y Empresas de Seguridad (Ajimpes). Este factor, unido a la sempiterna crisis económica, hace que 9 de cada 10 vigilantes de seguridad esté, en la actualidad, en situación de desempleo. Dicho de otro modo: de los 5.500 habilitados en la provincia, “menos de 500” trabajan. “El paro supera el 90% del personal”, lamenta Rodríguez. “Es la provincia con mayor porcentaje de desempleo de este sector”. Que los profesionales no trabajen no significa que su puesto se quede vacío. Son reemplazados por empleados sin cualificación que cuentan, para el empresario, con una “virtud” inigualable: menor preparación y, por tanto, menores exigencias económicas.
El presidente de la Ajimpes cuenta una situación típica de intrusismo en el sector: “Llega un señor que, pongamos, tiene una empresa de servicios generales, que es una cosa muy ambigua, viste al trabajador con una camisa y un pantalón y lo pone en un sitio, de noche o de día, con funciones que no son las suyas, para las que no está preparado”, explica Rodríguez. “Tampoco está controlado por el Estado, como los vigilantes reales, y no se sabe, por tanto, si tiene antecedentes; ni ha pasado por pruebas”, lamenta.Desde la Ajimpes informan que suele ser “gente fornida” que se contrata “para la noche” en discotecas y en obras. “Les dicen: si ves que están robando, llama a la Policía. Y cuando llegan los agentes les dicen que están de mantenimiento”, cuenta Rodríguez.
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