Nadie esperaba que la jornada de trabajo de estos tres vigilantes concluyera a tiros en un espacio de poco más de ciuatro menos cuadrados. Pero así fue. Tras ser detectado por el personal de seguridad de un supermercado de Ucrania, un presunto ladrón que pretendía llevarse un dispositivo USB sin pagarlo es detenido y conducido por los agentes al despacho de seguridad, en la trastienda del establecimiento. Toda esta escena sucede en relativa calma. Todo parecía desarrollarse como una escena más de un hurto, nada especial. Nadie podía esperar lo que iba a suceder unos segundos después. ¿O quizá sí?
Ya en las dependencias del personal de seguridad, los vigilantes le cachean y hablan con él, la escena sucede con normalidad. Pero de repente, el ladrón saca una pistola y va matando sucesivamente a los guardias que hay en la habitación. Dos de ellos se le echan encima tratando de arrebatarle el arma, pero finalmente caen también, uno asesinado y el otro herido. El hombre sale con total tranquilidad pero cuando parecía que todo había terminado, el asesino vuelve coge algo de la mesa y se marcha finalmente.
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