Roberto Irisarri es uno de los más de 700 vigilantes de seguridad privada en Burgos que, mayoritariamente, trabajan de noche protegiendo empresas e instituciones en Burgos. Él lleva tres años en los que su jornada laboral empieza a las 22.00 horas y termina a las 6.00 de la mañana. «No he trabajado en ningún turno de día y lo llevo bien: la mañana es mi noche fijo, desayuno cuando los demás comen y como cuando el resto cena», explica con total naturalidad.
Con 49 años, 20 de ellos en el sector de la seguridad, detalla que se cuida y lleva una vida ordenada de descansos, comidas, deporte y compras. Su secreto está en una agenda donde apunta todo lo que tiene que hacer cada día porque, si no, se le olvida. La desorientación de vivir a contracorriente es algo que no ha podido evitar, sobre todo cuando suma 3 o 4 noches seguidas (trabaja 7 días continuos y libra 2, 3 o 4, aunque depende). «Gracias a la agenda sé en qué día estoy...», especialmente a la hora de realizar unas gestiones que solo se pueden hacer en horario de mañana y en días puntuales. «Para mí, de 3 a 5 de la tarde es como la mañana del resto».
Hay días que sale del trabajo con la sensación de que tuviera gripe, «sientes un malestar físico, un destemple, que luego se pasa. Ahí es cuando se nota que estás haciendo algo contra natura». No es mucho, hay mujeres vigilantes que se quedan ateridas de frío pese a que hace calor en el lugar de trabajo. Para más lío vital, la compañera de Roberto también trabaja en el sector de la seguridad privada, pero ella rota en los turnos de mañana, tarde y noche, y lo lleva mucho peor. «Estos cambios son lo más complicados de llevar porque el cuerpo no se termina de adaptar y, en su caso, sufre migrañas cuando está de noche y necesita medicación».
Este vigilante explica que en el sector hay mucha gente que lleva mal lo de trabajar por la noche, sobre todo «porque quieren vivir igual que los demás y no duermen lo suficiente...». «Terminan por no pegan ojo, ni por la mañana ni por la noche, un día sí y otro también, y acaban destrozados». Las empresas, asegura este delegado sindical de UGT, suelen atender estos casos extremos y cambiar turnos en el caso de aparezcan problemas de salud evidentes.
Garita Roberto trabaja en una garita y realiza patrullas en sus noches de guardia. Por lo general su jornada es tranquila, hasta que pueda ocurrir algo... «El peligro que tiene esto es que es muy relajado hasta que pasa algo y hay que esprintar...». Como consejos a los trabajadores que tienen problemas para dormir, recomienda meterse a la cama cuando aún no ha amanecido («es cierto que en verano me cuesta más dormir») y no teclear ni pantallas ni hacer caso al teléfono móvil en esos momentos. «A mí me funciona. He sido testigo de compañeros que se quedaban dormidos de pie como los indios mientras les hablaba...». Tienen hijos, les justifica, y antes de acostarse les acompañan al colegio y luego también hay ruido en casa... Es muy difícil compaginar la vida familiar con la noche. Pese a aguantar sin dificultades, Roberto firmaría hoy un cambio de horario. En el sector de la seguridad privada el plus económico por la nocturnidad que reciben «es muy pequeño».
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