El campo, ciudad sin ley
HOY.ES 10/III/2013 AQUÍ Isidro S. tiene que montar una valla en su finca de las afueras de Coria (Cáceres), pero en vez de cargar toda la malla metálica en la furgoneta y dejarla a mano en su parcela para poder avanzar poco a poco en esta tarea, viaja más de cien kilómetros al día transportando solo lo que va a instalar esa jornada. «Si lo cargo todo y lo amontono, que sería lo más cómodo, al día siguiente ha desaparecido, lo roban seguro», afirma tan convencido como resignado.
Ganaderos, agricultores y propietarios en general tienen la sensación de que el campo se ha convertido en una barra libre para los ladrones. Cuando acaba la ciudad, el espacio a vigilar es tan amplio que los recursos se vuelven ridículos. Ello ha hecho aumentar la demanda de seguridad privada para custodiar explotaciones y naves que guardan ganado o maquinaria. Los perros tampoco son suficientes y cada vez hay más cortijos con alarma.
Cuando este mes pasado los responsables policiales comparecieron en la delegación del Gobierno para explicar que Extremadura, en términos globales, es una región segura, se referían a los núcleos urbanos. No pudieron pasar por alto la preocupación que hay en el campo por los robos. El delegado del Gobierno, Germán López Iglesias, admitió que cada vez que los agricultores van a verlo le exponen este problema. De hecho, por primera vez en la región se han empezado a incluir en las estadísticas no solo los robos en viviendas, sino también en casas de campo, segundas viviendas, garajes y zonas comunes.
Se roba de noche, en festivo y por oleadas Según indican en la empresa de seguridad Secoex, su actividad decayó con el inicio de la crisis. «La demanda de seguridad privada bajó porque los clientes lo primero que quitaban era la limpieza y la vigilancia. Por otro lado también nos afectaron los recortes públicos de las instituciones. Pero en los últimos meses el sector privado ha vuelto a contratar su propia seguridad». Olalla Borrego, directora comercial de Segurex, confirma que en todos los sectores está habiendo un repunte en la demanda de seguridad, «y en el ámbito rural tan también por la inseguridad que hay en el campo. En los pueblos antes de conocían todos y las puertas hasta se dejaban abiertas, pero ya no es así», señala.
Los robos en el campo suelen ser variados. Y suelen cometerse de noche o en las tardes de días festivos cuando saben que nadie frecuenta la zona. Otra característica es que va por oleadas: las bandas se ceban en una zona y cuando cunde la alarma y se refuerza la seguridad se van a desvalijar a otro lugar. La chatarra y el gasoil es un botín habitual, así como los motores hay en verano para sacar agua de los pozos o el río. También suelen desaparecer herramientas, algunas de las cuales valen cientos de euros. Pero una vez invadida la propiedad, cualquier cosa les vale, incluidos los animales. Según profesionales de Secoex, «los robos han empezado a concentrarse desde hace cinco o seis meses en las viviendas aisladas y en naves donde hay maquinaria y vehículos, que en vez de un guarda de campo que hace varias rondas en días y horas variados requieren un vigilante de seguridad que se queda fijo allí toda la noche, ya que de día no hace falta porque hay trabajadores o vecinos cerca. Otras opciones son poner alarma o cámara de seguridad. También vienen a pedirnos presupuestos vecinos de una misma calle de urbanizaciones de la periferia».
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