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26 de febrero de 2013

La historia del atraco de Puerto Banús con la complicidad del "Vigilante Infiel"


La policía nacional da casi por cerrada la investigación sobre el espectacular atraco al Corte Inglés de Puerto Banús, con un vigilante de seguridad implicado en el caso.

J.T Un vigilante de seguridad que trabaja en El Corte Inglés cuya familia atraviesa por ciertos apuros económicos es tentado por un antiguo vecino de Jaén que se encuentra en la Costa del Sol. Éste le cuenta que, junto a dos amigos, están pensando dar un gran palo y que se ha acordado de él por su privilegiada posición en el centro comercial de Puerto Banús. Le vende un plan milimétrico, tan perfecto como el de las películas que dejaría a la policía con la boca abierta. Finalmente lo convence y con su ayuda sacan punta a la planificación.

El día D es el 18 de noviembre. Es domingo, las puertas están cerradas al público y tres vigilantes de seguridad de El Corte Inglés protegen el interior del establecimiento mientras tres albañiles hacen obra en un local de hostelería. Sobre las 16.00 horas, tres operarios con su uniforme de mantenimiento llaman a la puerta de servicio y uno de los vigilantes les abre. Automáticamente, los tres trabajadores se encapuchan, sacan sus pistolas e intimidan a los tres guardias, entre los que se encuentra el «vigilante infiel».

Los atan junto a los albañiles y comienzan a expoliar las vitrinas de joyas. No hay prisas ni improvisación. El golpe dura tres horas con todos sus minutos. Se ponen las botas con una tranquilidad y una libertad absoluta de movimientos que demuestran conocer al detalle los secretos de la seguridad del centro. Sobre las 19.00 horas se marchan con un botín que después se valora en más de 3 millones de euros. Dos horas más tarde, uno de los vigilantes logra desatarse y llama a la policía.

Tanta precisión y en domingo mosquea desde el principio a los investigadores, que tras la toma de declaraciones ponen buena parte de su atención en uno de los tres vigilantes que trabajaron esa tarde. Vigilan sus movimientos, sus contactos y la vida social del sospechoso, que tras el atraco se da de baja médica. «Demasiado estrés», dice un policía. Aunque la investigación parece estar bien encaminada desde su inicio, los avances son lentos. Los atracadores no mueven ficha esperando que pase el temporal. La policía espera un error, un paso en falso, una reunión que no se produce hasta que les llueve un regalo. El 21 de enero, un control rutinario de la Policía Nacional localiza a tres individuos en un vehículo con un reloj y varias piezas desmontadas de las que no explican su procedencia. La policía los detiene, los acusa de receptación de material supuestamente robado y, tras comprobar que la mercancía coincide con la sustraída en Puerto Banús, los deja en libertad. La estrategia es que cualquiera de estos tres tipos les lleve al nucleo duro de la organización...

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