La antigua prisión provincial de Zamora, famosa por acoger el rodaje de la película de Daniel Monzón «Celda 211», vuelve a estar «desprotegida» ante los actos vandálicos por la retirada de la seguridad privada que el Ministerio del Interior colocó en el recinto ante los casos de personas que se introducían en su interior, y que en algunos casos provocaban destrozos y pintadas en el recinto. Sin vigilancia, la cárcel «ha sufrido graves daños por parte de grupos de personas que se han colado y han dejado todo peor de lo que ya estaba», asegura un testigo presencial que ha podido entrar en las instalaciones después de que desapareciera la seguridad privada. Puertas «reventadas», mobiliario destrozado, grafittis «por todas partes» y suciedad, es la descripción que realizan los que han podido acceder al inmueble, en la actualidad desafectado y dispuesto para su enajenación.
A pesar de no tener un plan de seguridad, la cárcel tiene cerrados todos los accesos, impidiendo así que se pueda entrar al interior de un lugar «privado», según advirtieron en su momentos las fuerzas de seguridad del Estado. La cárcel de Zamora cerró sus puertas en el año 1995, después de cuarenta años de historia durante los que albergó incluso a presos peligrosos y terroristas de la banda terrorista ETA y el Grapo, cuyos miembros condenados protagonizaron una espectacular y recordada fuga en el año 1979. Tras echar el cierre, las antiguas instalaciones penitenciarias de la capital han servido como sede de escuela taller y llegaron hasta la gran pantalla al servir de escenario para el rodaje de la película «Celda 211».
El pasado verano, un grupo de jóvenes promovía la ocupación del edificio, notablemente deteriorado, como sede de actividades culturales, pero fueron desalojados y comenzó una etapa de seguridad privada en la que llegó a hablar de recuperar el edificio para fines culturales, un proyecto que hasta la fecha ha quedado sin respaldo oficial.
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