En la tarde del pasado 8 de
Octubre nos reunimos un grupo de amigos en la sede social de nuestro sindicato
para despedir al trabajador de la delegación de Securitas Sevilla Diego Camuñez
Arrebola, acto que sirvió para reconocerle su amplia y dilatada trayectoria
profesional de más de 30 años de servicio.
Diego empezó a trabajar en seguridad privada en Madrid a principios de los años 80 en la “Agrupación de Vigilantes Jurados”, forjándose en una profesión que por aquel entonces estaba comenzando su expansión y desarrollo. También pasó una temporada en Zaragoza, en la empresa Ibeco. Tuvo que esperar hasta el año 88 para poder trasladarse a su añorada tierra sevillana y entrar a trabajar en la Aeronáutica de Tablada, que por aquel entonces llevaba el servicio de seguridad la empresa Iberexpress. Le pilló por medio una subrogación y empezó a trabajar para Esave. Desde principios del año 89 aterrizó en los terrenos de la Isla de la Cartuja, un espacio que se preparaba por aquel entonces a marchas forzadas para albergar uno de los eventos más importantes de la historia contemporánea de Sevilla: la Expo 92.
Allí le pilló la entrada de la multinacional sueca Securitas, que se introdujo en el mercado español a mitades de los años 90 adquiriendo empresas de seguridad de referencia, entre ellas en la que trabajaba Diego. En La Cartuja estuvo alrededor de unos 15 años ejerciendo de vigilante hasta que en 2005 empezó a colaborar en la estructura operativa de Securitas, primero como inspector y más tarde como Jefe de Servicios. Una trayectoria profesional extensa, sin ninguna mancha y en la que se ha ido ganado a pulso y con su trabajo cada paso dado. Nadie le ha regalado nada en esta profesión y Diego sabe, como lo saben muchos de los trabajadores que como él llevan media vida entregada al sector, el esfuerzo y los sacrificios que hay que hacer para sobrevivir tantos años en el gremio seguridad privada.
En el año 2011 decidió dar un paso más al frente y se presentó como candidato de SPV para representar a sus compañeros de oficina, saliendo electo en unas elecciones de lo más competidas a las que también optaban UGT y CSIF. Su nuevo cometido lo afrontó como un compromiso más, participando activamente y aportando su granito de arena en el Comité de Empresa. Ahora, después de tantos años de servicio y con la mochila llena de experiencias y anécdotas vividas en la profesión, Diego ha decidido abrir un capítulo más en el libro de su vida y se marcha a tierras alicantinas buscando el calor y la cercanía de su familia. Es una decisión libre y personal, que nada tiene que ver con los tiempos tan convulsos por los que pasa nuestro sector.
Cuando un trabajador entrega media vida a una empresa, es de justicia valorar su trabajo y todo lo que ha podido aportar a ella. Nosotros, desde SPV así queremos hacerlo, reconociéndole su sobresaliente trayectoria profesional en el sector y especialmente todos esos años que les ha dedicado a Securitas. También le agradecemos haber confiado en nuestra organización sindical durante tantos años de afiliación, de los cuales los dos últimos ha estado trabajando en el Comité de Empresa de Securitas Sevilla representando a sus compañeros de la oficina, porque así lo decidieron y lo eligieron para tal fin.
Diego empezó a trabajar en seguridad privada en Madrid a principios de los años 80 en la “Agrupación de Vigilantes Jurados”, forjándose en una profesión que por aquel entonces estaba comenzando su expansión y desarrollo. También pasó una temporada en Zaragoza, en la empresa Ibeco. Tuvo que esperar hasta el año 88 para poder trasladarse a su añorada tierra sevillana y entrar a trabajar en la Aeronáutica de Tablada, que por aquel entonces llevaba el servicio de seguridad la empresa Iberexpress. Le pilló por medio una subrogación y empezó a trabajar para Esave. Desde principios del año 89 aterrizó en los terrenos de la Isla de la Cartuja, un espacio que se preparaba por aquel entonces a marchas forzadas para albergar uno de los eventos más importantes de la historia contemporánea de Sevilla: la Expo 92.
Allí le pilló la entrada de la multinacional sueca Securitas, que se introdujo en el mercado español a mitades de los años 90 adquiriendo empresas de seguridad de referencia, entre ellas en la que trabajaba Diego. En La Cartuja estuvo alrededor de unos 15 años ejerciendo de vigilante hasta que en 2005 empezó a colaborar en la estructura operativa de Securitas, primero como inspector y más tarde como Jefe de Servicios. Una trayectoria profesional extensa, sin ninguna mancha y en la que se ha ido ganado a pulso y con su trabajo cada paso dado. Nadie le ha regalado nada en esta profesión y Diego sabe, como lo saben muchos de los trabajadores que como él llevan media vida entregada al sector, el esfuerzo y los sacrificios que hay que hacer para sobrevivir tantos años en el gremio seguridad privada.
En el año 2011 decidió dar un paso más al frente y se presentó como candidato de SPV para representar a sus compañeros de oficina, saliendo electo en unas elecciones de lo más competidas a las que también optaban UGT y CSIF. Su nuevo cometido lo afrontó como un compromiso más, participando activamente y aportando su granito de arena en el Comité de Empresa. Ahora, después de tantos años de servicio y con la mochila llena de experiencias y anécdotas vividas en la profesión, Diego ha decidido abrir un capítulo más en el libro de su vida y se marcha a tierras alicantinas buscando el calor y la cercanía de su familia. Es una decisión libre y personal, que nada tiene que ver con los tiempos tan convulsos por los que pasa nuestro sector.
Cuando un trabajador entrega media vida a una empresa, es de justicia valorar su trabajo y todo lo que ha podido aportar a ella. Nosotros, desde SPV así queremos hacerlo, reconociéndole su sobresaliente trayectoria profesional en el sector y especialmente todos esos años que les ha dedicado a Securitas. También le agradecemos haber confiado en nuestra organización sindical durante tantos años de afiliación, de los cuales los dos últimos ha estado trabajando en el Comité de Empresa de Securitas Sevilla representando a sus compañeros de la oficina, porque así lo decidieron y lo eligieron para tal fin.
Diego: gracias por todo y buena suerte
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