El Colegio de Abogados expulsa al dueño de Método 3 antes de presentar su libro
La memoria es selectiva. Muy selectiva. Al menos, la del dueño de la extinta agencia de detectives Método 3, Francisco Horacio Marco, que hoy presenta su libro El método. Se trata de su particular visión sobre el hundimiento definitivo del pequeño holding de empresas que había creado la familia Marco Fernández desde los años 80 y que recibió la puntilla con el descubrimiento de la grabación de una comida entre la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho y Victoria Álvarez, exnovia de Jordi Pujol Ferrusola, en el restaurante La Camarga en julio del 2010.
Porque Francisco Horacio Marco no se ha presentado nunca como un detective normal. Más bien, se ufanaba de que es doctor en Derecho y en tal calidad acudía a los juicios en los que los clientes le pedían dar testimonio apuntalando sus informes. En el libro lo deja bien clarito en varias ocasiones. “Soy doctor en Derecho Penal y el único código de seguridad privada comentado y concordado sobre la legislación que nos rige a nosotros los detectives lo he escrito yo”, dice en uno de los párrafos. Y en otro, señala: “Pasé ese primer día de libertad entre abogados, muchos abogados. Tras mi escarnio policial, aunque era abogado y doctor en Derecho Penal, me sentí desplazado entre leguleyos”. Se refería, claro está, a cuando el pasado mes de febrero fue detenido y tuvo que esperar 72 horas en los calabozos antes de quedar en libertad con cargos.
Lo que se le olvida al inefable detective es que el pasado 11 de octubre, la presidenta de la Comisión de Deontología del Colegio de Abogados de Barcelona, Cristina Martínez, le dirigía una carta en la que le anunciaba que desde el 1 de diciembre de 2012 hasta el 2 de diciembre del 2013 quedaba suspendido “en el ejercicio de la profesión”. En otras palabras, que de doctor, de momento, nada de nada. La misiva, a la que ha tenido acceso El Confidencial, señala que “por este motivo, nos vemos obligados a requerirle para que, en cumplimiento y ejecución del anterior acuerdo, se abstenga de realizar cualquier actividad relativa al ejercicio de la profesión, advirtiéndole de que, en caso contrario, habrá de hacer frente a los perjuicios que sean procedentes”.
La rehabilitación va para largo Y continúa el escrito: “Referente a su rehabilitación por la citada sanción, le informamos que ésta surtirá efecto a partir de los tres años a contar de la fecha de finalización de la sanción, de acuerdo con lo que prevé el artículo 82 de la normativa de la Abogacía Catalana”.
La expulsión temporal del Colegio de Abogados se produjo tras la denuncia deAna Montenegro, una testigo de cargo que con su testimonio permitió que se condenaran a unos mossos d’esquadra por malos tratos. Método 3 le tendió una trampa y simuló que la compraba como testigo en otro juicio, previo pago. El vídeo que presentó la agencia de detectives, sin embargo, estaba manipulado y la testigo acudió al colegio de abogados a denunciar al “doctor en Derecho Penal”. La institución le abrió el expediente disciplinario 171/10 que ha tenido como consecuencia el castigo de que ahora no pueda ejercer. Pero no es el único olvido del avispado detective. Del libro se extrae la conclusión de que la polémica agencia era un ejemplo a seguir, tanto en su actividad como en su gestión. Pero, en realidad, desde el otoño pasado lo que ha hecho es un despropósito tras otro, hasta el punto de que ha dejado a deber cientos de miles de euros a exempleados. En otras palabras, que se ha olvidado de pagar salarios e indemnizaciones, algunos de ellos reconocidos en sentencias judiciales. Todas estas sentencias, evidentemente,brillan por su ausencia en el libro que hoy presenta.
FUENTE: elconfidencial.com AQUÍ
Porque Francisco Horacio Marco no se ha presentado nunca como un detective normal. Más bien, se ufanaba de que es doctor en Derecho y en tal calidad acudía a los juicios en los que los clientes le pedían dar testimonio apuntalando sus informes. En el libro lo deja bien clarito en varias ocasiones. “Soy doctor en Derecho Penal y el único código de seguridad privada comentado y concordado sobre la legislación que nos rige a nosotros los detectives lo he escrito yo”, dice en uno de los párrafos. Y en otro, señala: “Pasé ese primer día de libertad entre abogados, muchos abogados. Tras mi escarnio policial, aunque era abogado y doctor en Derecho Penal, me sentí desplazado entre leguleyos”. Se refería, claro está, a cuando el pasado mes de febrero fue detenido y tuvo que esperar 72 horas en los calabozos antes de quedar en libertad con cargos.
Lo que se le olvida al inefable detective es que el pasado 11 de octubre, la presidenta de la Comisión de Deontología del Colegio de Abogados de Barcelona, Cristina Martínez, le dirigía una carta en la que le anunciaba que desde el 1 de diciembre de 2012 hasta el 2 de diciembre del 2013 quedaba suspendido “en el ejercicio de la profesión”. En otras palabras, que de doctor, de momento, nada de nada. La misiva, a la que ha tenido acceso El Confidencial, señala que “por este motivo, nos vemos obligados a requerirle para que, en cumplimiento y ejecución del anterior acuerdo, se abstenga de realizar cualquier actividad relativa al ejercicio de la profesión, advirtiéndole de que, en caso contrario, habrá de hacer frente a los perjuicios que sean procedentes”.
La rehabilitación va para largo Y continúa el escrito: “Referente a su rehabilitación por la citada sanción, le informamos que ésta surtirá efecto a partir de los tres años a contar de la fecha de finalización de la sanción, de acuerdo con lo que prevé el artículo 82 de la normativa de la Abogacía Catalana”.
La expulsión temporal del Colegio de Abogados se produjo tras la denuncia deAna Montenegro, una testigo de cargo que con su testimonio permitió que se condenaran a unos mossos d’esquadra por malos tratos. Método 3 le tendió una trampa y simuló que la compraba como testigo en otro juicio, previo pago. El vídeo que presentó la agencia de detectives, sin embargo, estaba manipulado y la testigo acudió al colegio de abogados a denunciar al “doctor en Derecho Penal”. La institución le abrió el expediente disciplinario 171/10 que ha tenido como consecuencia el castigo de que ahora no pueda ejercer. Pero no es el único olvido del avispado detective. Del libro se extrae la conclusión de que la polémica agencia era un ejemplo a seguir, tanto en su actividad como en su gestión. Pero, en realidad, desde el otoño pasado lo que ha hecho es un despropósito tras otro, hasta el punto de que ha dejado a deber cientos de miles de euros a exempleados. En otras palabras, que se ha olvidado de pagar salarios e indemnizaciones, algunos de ellos reconocidos en sentencias judiciales. Todas estas sentencias, evidentemente,brillan por su ausencia en el libro que hoy presenta.
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