Tras una semana de parón, el juez Luis Aláez, instructor del caso del trágico accidente del tren Alvia que descarriló el pasado 24 de julio, ha reanudado la toma de declaración de los testigos. En esta tercera ronda, el vigilante de seguridad que iba a bordo del tren, el maquinista que había realizado el trayecto anterior –en Orense le relevó Francisco José Garzón– y el operario de Renfe que viajaba como pasajero junto al interventor. Los tres se acercaron a lo largo de la mañana al Juzgado de Instrucción Número 3 de Santiago. El testimonio del último testigo es clave para corroborar las palabras del interventor que aseguró haber llamado a Garzón poco antes del accidente para solicitarle que parara en Pontodeume, el destino de una de las familias que viajaba en uno de los vagones. No ha trascendido el testimonio del operario de Renfe que entró en los juzgados sin atender a la Prensa. El segundo maquinista permaneció cerca de hora y media en la sala pero, a su salida, tampoco quiso hacer declaraciones.
Celso Castor, el encargado de la seguridad del tren, aseguró a la salida de los juzgados que se encontraba «bien» físicamente, pero que en el terreno psicológico no estaba del todo recuperado. Castor, a pesar de sufrir una brecha en la cabeza el día del accidente, acudió a auxiliar a los heridos hasta el día siguiente del descarrilamiento. En su declaración, el trabajador confirmó la versión que, la misma noche del 24, ofreció a la Policía, que al salir del túnel, el tren iba más rápido de lo normal. El testigo viajaba en el vagón tres y, como confirmaron algunos compañeros de su empresa: «Fue el primero que llamó a Renfe para avisar del incidente». Esa llamada ayudó a montar el operativo de emergencia. Con esta jornada se cierran, de acuerdo con fuentes judiciales, la ronda de declaraciones hasta el próximo mes de septiembre. Dos vecinos del barrio de Angrois, el jefe de Circulación de la estación de Santiago y los policías que auxiliaron al maquinista ya habían declarado la pasada semana.
El primero en avisar A pesar de sufrir una brecha en la cabeza tras volcar el tercer vagón en el que viajaba, Celso Castor no lo dudó un momento y acudió rápidamente a auxiliar al resto de pasajeros que viajaban en el tren Alvia que descarriló el pasado 24 de julio a sólo unos kilómetros del centro de Santiago. El trabajador de una conocida empresa de seguridad privada avisó rápidamente a Renfe. «Fue el primero en avisar», aseguran sus compañeros. Ayer, ante el juez Aláez, confirmó la declaración que dio a la Policía, que a la salida del túnel, el tren circulaba más rápido de lo normal.
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