Rayar un corazón o realizar una inscripción en algún rincón del recinto nazarí es, además de una falta de respeto al legado de la Historia, una infracción penal que puede acarrear cárcel
En los últimos años han sido varias las personas que han intentado dejar su huella en el conjunto monumental de la Alhambra y el Generalife. Se trata de turistas o visitantes que han querido realizar algún tipo de inscripción en las paredes de uno de los monumentos más importantes y visitados del mundo, olvidándose de que es un tesoro arquitectónico protegido y de que sus conductas podían constituir una infracción penal.
Al margen de los casos más graves, que acaban en los juzgados, las incidencias "son mínimas" gracias al sistema de vigilancia y control establecido en el monumento, así como a la concienciación ciudadana, pues los propios visitantes, ante cualquier agresión, conducta indebida o actitud incorrecta, dan la voz de alarma. El monumento tiene una vigilancia continua. De ella se encarga un servicio de seguridad privada que cuenta con 33 vigilantes. Se trata de un servicio permanente, que funciona las 24 horas y que también gestiona el sistema integral de seguridad y el circuito cerrado de televisión. "Hay un vigilante permanente en nuestro centro de control y el resto están en el exterior del monumento haciendo sus rondas", señala Torices. El monumento se revisa "a diario". El servicio de seguridad está dividido en zonas de vigilancia y los equipos están especializados en las diferentes áreas que tienen asignadas.
Después hay otro servicio, que es el de control e información y que se encarga de controlar el itinerario de visita pública durante el horario de apertura del monumento. En este servicio trabajan 85 peones de control e información divididos en varios turnos. "En cada turno -detalla el jefe de control- hay 22 personas, que están situadas en la Alcazaba, el Generalife y los Palacios Nazaríes". Además de los 33 vigilantes y los 85 peones de control e información, hay diez oficiales y otras diez personas que se ocupan de la atención al visitante "y que también contribuyen a la protección del patrimonio". En total, por tanto, son unas 140 personas las que custodian el conjunto monumental si se suma el personal de los diferentes turnos y servicios. En el turno de mañana, por ejemplo, pueden trabajar entre 40 y 50 personas al servicio de la vigilancia y control del monumento. En el de tarde, otras tantas. Y una vez que se cierra el monumento a la visita, el servicio que se queda es el de seguridad. Por la noche, hay una media de seis vigilantes custodiando los espacios alhambreños, los cuales cuentan con el apoyo de las 85 cámaras de televisión que hay instaladas por todo el recinto.
En general, el comportamiento del turista, ya realice la visita en grupo o de forma individual, es "bastante bueno". No obstante, hay muchas personas que sienten el deseo de tocar la Alhambra, y palpar una columna o una yesería es algo que está prohibido. Es por ello que se acaban de implantar unos paneles táctiles, con yeserías, alicatados, madera y figuras de mármol, "para que el visitante pueda tocar, así como para que el monumento sea más accesible a personas con discapacidad". También persiguen estos paneles mostrar el deterioro, el efecto que se produce al palpar de forma repetida un elemento arquitectónico. Y es que tocar una vez no pasa nada, pero si lo hacen 8.000 personas al día, sí pasa. El objetivo del Patronato, como recuerda el responsable de la Oficina de Control, "es hacer confortable la estancia del visitante dentro del monumento" y, para ello, hay que poner medios.
Volviendo a la seguridad, ésta varía según las épocas del año. De noviembre a febrero, la afluencia de visitantes es menor y hay zonas donde no hay que reforzar tanto la vigilancia. Sin embargo, entre marzo y octubre sí es mayor en ciertos espacios. Causar daños a un monumento como la Alhambra o a cualquier Bien de Interés Cultural (BIC) puede integrar un delito contra el patrimonio histórico, una infracción que conlleva penas de hasta 3 años de prisión. De hecho, el Ministerio Público califica como norma como delito estas agresiones cuando se producen. En Granada se encuentra la unidad de Policía Judicial adscrita a la Fiscalía Superior, un grupo especializado en la investigación de estas conductas y en los grafitos que afectan a edificios catalogados, además de en otras materias. Fuentes de dicha unidad indicaron que el año pasado descendieron este tipo de agresiones a los BIC de la urbe. Una buena noticia.
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