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2 de mayo de 2015

CC OO y UGT piden trabajo pero despiden al 35% de su plantilla

Los tiempos de vacas gordas para Toxo y Méndez quedaron atrás. La época en la que las centrales mayoritarias de clase disponían de 70 agentes supuestamente dedicados a la prevención de riesgos laborales, a cuenta de los fondos públicos que recibía la Fundación Laboral de la Construcción, aunque en realidad se dedicaban a preparar las elecciones sindicales, y movilizaban a tres o cuatro agentes en cada urna mientras el resto de sindicatos apenas llevaban a uno ha pasado a mejor vida. Los ajustes en la concesión de subvenciones, la sucesión de escándalos en la gestión de los fondos, la pérdida de afiliación y de credibilidad han mermado las arcas de CC OO y de UGT. Ambos han tenido que ajustar sus estructuras de tal modo que el personal de las centrales se ha visto reducido entre un 30% y un 40%, según indican fuentes sindicales a este diario.

Las centrales admitieron hace tiempo la sobredimensión de la masa laboral. En varios documentos internos se advertía ya en junio de 2014 de la necesidad de «adaptar a la realidad» la estructura sindical, técnica y administrativa. «Mantenemos prácticamente la misma estructura previa a la crisis y nuestra realidad se ha visto modificada. Menos empresas, menos trabajadores en nuestros sectores, menor afiliación y la práctica paralización de las actividades ligadas a programas finalistas (...) nos obliga a actuar en diferentes capítulos: gastos de personal, gastos de actividad sindical y gastos comunes», advertía CC OO.

Desde entonces, los sucesivos ERE, aplicando la reforma laboral contra la que protestaban Toxo y Méndez, han mermado en todas las comunidades autónomas el personal laboral del que disponían. En varias regiones los sindicatos mayoritarios han pasado de tener 200 asalariados a apenas 40 (80% menos), según revelan las mismas fuentes. Y esto se empieza a reflejar en la pérdida de delegados electorales. CC OO, el sindicato con mayor representación, disponía de 116.607 delegados en toda España a cierre de 2010. Cuatro años después, tras perder nada menos que 14.941 delegados, esa cifra menguaba hasta los 101.666. Peor aún ha resultado el desgaste para UGT. El sindicato que dirige Cándido Méndez se ha dejado 17.110 delegados, desde los 112.559 de 2010 hasta los 95.449 de 2014. Por contra, tanto CSIF como USO vieron crecer su representación. El primero en 2.628 delegados y el segundo en 1.561.

La pérdida también ha quedado reflejada en la cifra de afiliación. UGT, la central con mayor número de trabajadores con carné, contaba con 1.209.651 afiliados en 2010. En 2014, apenas superaba el millón. CC OO también se ha dejado lo suyo, al pasar de 1.171.860 trabajadores afiliados a 914.300. La caída ha sido especialmente significativa en los años más complejos de la crisis. Pese a lo que pudiera parecer, la inestabilidad laboral vivida de 2009 a 2013 no se tradujo en un mayor apoyo de los asalariados hacia los sindicatos de clase sino todo lo contrario. Los ciudadanos han percibido a CC OO y UGT «como parte del problema, no de la solución», han clamado a los cuatro vientos los líderes de ambas centrales. Pero sus letanías no han servido de nada. Especialmente duro para CC OO y UGT fue el año 2012, con una fuerte caída de la afiliación tras los numerosos escándalos y los pinchazos de las dos huelgas generales contra la reforma laboral del Gobierno.


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