¢lavozdigital.es | 20/07/2011 El robo del Códice Calixtino de la Catedral de Santiago de Compostela ha abierto un amplio debate acerca de la protección del patrimonio artístico y cultural en templos religiosos y edificios públicos. Los robos de obras de arte han sido una constante en la historia de la humanidad, desde los expolios llevados a cabo por insignes conquistadores europeos en los restos de grandiosas ciudades fundadas por antiguas civilizaciones a los de piezas de museo extraídas al más puro estilo 'Misión Imposible' o simplemente descolgando un cuadro y llevándoselo bajo el brazo, como debió ocurrir con 'El grito' de Edvard Munch en el Museo Munch de Oslo (Noruega).
Ejemplos como estos parece que no terminan de calar entre los encargados de proteger los tesoros artísticos de la humanidad. Al menos eso ocurre en Cádiz, donde se ha dejado al que probablemente sea el edificio de la provincia con una mayor concentración de obras de arte de gran valor, el Museo Provincial, sin servicio de seguridad. Así, desde hace varias semanas cuadros de artistas de la talla de Pedro de Campaña, Murillo, Zuloaga, Zurbarán, Sorolla, Miró, los Costus o Rafael Alberti, por poner solo algunos ejemplos, además de la amplia colección de piezas arqueológicas y hasta los títeres de La Tía Norica, dependen únicamente del celo profesional del personal propio del museo, conserjes y asistentes de sala.
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