Los vigilantes consideran que no deben patrullar solos, sino en pareja. Detalle del mordisco que recibió uno de ellos
Un vigilante de seguridad recibió un mordisco cuando procedía a detener a una mujer que, al parecer, intentó robar en una tienda Acaba de reincorporarse a su trabajo, pero tras 14 años realizando labores de seguridad ya no ve su vocación tan clara. «Hasta ahora me gustaba lo que hacía, pero ya no, porque veo que los delincuentes son impunes y hacen lo que les da la gana», critica un vigilante de seguridad del centro comercial Ballonti de Portugalete tras ser agredido por una joven de 18 años a la que interceptó tras intentar robar en una tienda.
El pasado 12 de septiembre, hacia las siete de la tarde, las dependientas de una conocida cadena de ropa alertaron al personal de seguridad de la presencia en su local de dos mujeres de etnia gitana que metían prendas en una bolsa con actitud sospechosa. Como en ese momento él se encontraba atendiendo a una señora que había perdido a su hija, acudieron dos de sus compañeros. Las presuntas ladronas echaron a correr, cada una en un sentido, y al verlo, este vigilante atrapó a una de ellas en plena huida. «Me dio golpes y patadas, me arañó en el brazo y se me abalanzó enganchándome con sus dientes a la altura del pecho. La camisa quedó rota y llena de sangre», detalla, mientras muestra la huella del mordisco.
Tras zafarse de ella «a base de empujones», la mantuvo retenida a la espera de que llegase la Ertzaintza. «Durante los 25 minutos que tardaron en venir recibí todo tipo de insultos. Me dijo que su marido iba a venir a buscarme para matarme a mí y a mi familia y me deseó la peor muerte del mundo», relata. Ya en presencia de la autoridad policial, denunció las lesiones y amenazas sufridas, pero los agentes únicamente identificaron a ambas mujeres y las acompañaron a la salida. «Encima se marcharon riéndose, diciendo que me quedaba con el mordisco de una gitana de recuerdo», se lamenta. Durante los diez días que ha estado de baja por accidente laboral ha recibido curas médicas y ha tenido que vacunarse contra el tétanos y la rabia y someterse a un análisis de sangre para descartar el contagio de otras enfermedades.
«Cualquier día puede ocurrir una desgracia de las gordas», denuncia Endika Bernaola, representante legal del CISPE, el Colectivo Independiente de Seguridad Privada de Euskadi, que advierte de que la única solución es que el centro y la empresa de vigilancia contratada refuercen el servicio de seguridad con más personal. «Ningún vigilante debería patrullar solo, sino en pareja. Aquí, cada uno está en una punta y les piden que se muevan mucho para que parezca que son más», critica. Asimismo, solicita que los trabajadores reciban formación en prevención de riesgos y defensa personal.
Hurtos frecuentes Según ha podido saber este periódico, poco después de que este vigilante fuese agredido, una banda de Europa del Este robó 600 euros en calzado en otro local. Los agentes detuvieron a uno de los implicados, en busca y captura. «Nadie quiere venir a trabajar aquí. Un sábado cualquiera puede haber como mínimo entre 7 y 10 denuncias de robos en tiendas y sustracciones de móviles y carteras. Esto no ocurre con esta frecuencia en ningún otro centro comercial de la zona», indican.
Las agresiones e insultos a los dependientes también están a la orden del día. Hace cinco meses otro vigilante requirió asistencia médica por recibir un mordisco en un dedo tras defender a una vendedora que fue arrastrada y pateada por un grupo de ladronas. «Hay personal de las tiendas que ha recibido amenazas y no hablan por miedo», advierten. Por su parte, la dirección del centro comercial asegura no estar al tanto de este tipo de amenazas y agresiones y señala que «el volumen de hurtos o incidencias similares, inevitables en complejos en los que entran miles de personas a diario, no ha experimentado un aumento significativo».
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