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4 de mayo de 2023

INTERNACIONAL: Seguridad privada en EE. UU, la industria que amenaza con reemplazar a la Policía

La industria de la seguridad privada en Estados Unidos crece, mientras el personal de Policía disminuye. ¿Qué está pasando y qué implicaciones tiene?

La confianza de los estadounidenses hacia la Policía local, puede decirse, está puesta en entredicho por diferentes razones. Es una respuesta ante los cientos de tiroteos que ocurren cada mes con una intervención cuestionada de las autoridades y los casos en los que ciudadanos han fallecido, presuntamente, por golpes o maltratos de uniformados. El abuso de la fuerza es algo que se les cuestiona a las autoridades locales, y esta situación está configurando un espacio que la industria de la seguridad privada estaría aprovechando. La revista Time reveló recientemente la historia de guardias del sector que trabajan para ciudadanos. Estos tienen un aspecto intimidante: chaleco antibalas, esposas y una poderosa arma AR-15 que portan en todo momento y en cualquier lugar.

Su presencia es, según ellos mismos, una garantía de bienestar para las personas. Boyer, director de la empresa de seguridad privada SITE, explicó al medio citado que su trabajo no es atacar a las personas, sino hacerlas sentir seguras. Este hombre trabaja para el dueño de una gasolinera que decidió adquirir sus servicios luego de que ladrones robaran un cajero automático de su negocio y la Policía respondiera seis horas después. Pero no es el único que ha optado por comprar su seguridad.

¿Por qué la seguridad privada en Estados Unidos estaría remplazando a los oficiales de Policía? De acuerdo con la información de Times, los departamentos de Policía en territorio americano estarían perdiendo personal. Esto se expresa en una lucha para que más miembros se sumen a sus filas y un incremento de las jubilaciones de la institución. Algo que tomó más fuerza después del asesinato de George Floyd en Minneapolis, que resonó en todas partes del mundo por la crueldad del video en el que fue brutalmente atacado por policías. El personal policial cayó en Filadelfia, ciudad del estado de Pensilvania, en casi un 10%, de acuerdo con una auditoria gubernamental. Además, en todo el país el número de oficiales juramentados disminuyó un 7% entre 2019 y 2021.

A este contexto, en el que baja el número de personas que se integran a las autoridades, se suma el aumento de los crímenes, asesinatos, asaltos y robos de carros. Esto según el Centro Brennan para la Justicia. Todo lo anterior ha fortalecido la industria de la seguridad privada, que aparece como una alternativa ante los espacios que dejan las otras formas de poder y seguridad. Este negocio crece rápidamente. De acuerdo con Security Association, el número de empleados del sector se ha duplicado, incluso por encima de la población. “Para 2021, había alrededor de 2 policías, pero 3,1 guardias de seguridad por cada 1000 civiles”, dice Times. Padres contratan guardias para que sus hijos vayan al cine a salvo, otros para evitar robos y cada vez más personas simplemente para que acompañen sus actividades diarias y las hagan más “seguras”:

Brecha social y no necesariamente seguridad: los retos de la industria Una cosa es clara y es que con estas industrias la seguridad se convierte en un servicio que se compra y no un derecho que se tiene. El problema está para quienes no tienen con que pagarlo y deben arreglárselas para que sus negocios no sean robados o sus hijos asesinados. Esto genera una “economía desigual” catalogada por expertos como economía laboral de guardia, que consiste en personas empleadas en labores de control sobre otros para proteger la propiedad privada.

Pero la otra pregunta es si realmente estos servicios generan más seguridad, pues las armas que portan los guardias tienden a incomodar a otros ciudadanos, y a esto se suma que, como las normas dependen de cada Estado, al final de cuentas nadie sabe a ciencia cierta qué límites tiene cada uno de estos hombres durante su trabajo. Para unas empresas la línea puede cruzar el perseguir al delincuente, en otras solo se trata de proteger al usuario, pero en medio hay una gama de grises que pueden permitir violaciones a derechos e incluso asesinatos.

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